Conceptos básicos de edición de fotografía de alimentos
El arte de la edición y el foodstyling combinados a la perfección
Sabemos que no es fácil encontrar en la web tips para mejorar la edición de nuestras fotos de comida, es un rubro super específico, plagado de cursos pagos.
La idea de esta nota es ayudar a todos aquellos a los que les guste la fotografía gastronómica, sean profesionales o amateurs, a crear imágenes que expresen la belleza de las recetas que quieren fotografiar, que su comida le dé ganas de comer a todo aquel que vea la imagen.
Hay muchas técnicas, estilos y métodos diferentes, pero todas tienen un punto común: verse deliciosa, tan bien como sabe, lo más natural, orgánica y simple posible.
Por eso hoy, nos sentamos libro en mano, y resumimos algunos capítulos de ‘Food Photography: From Snapshots to Great Shots’; y los compartimos con ustedes. Esperamos les sea útil.
Ya vimos algunos conceptos básicos en ‘Consejos útiles para realizar fotografía gastronómica’.
Repasemos antes de meternos de lleno en la edición.
La importancia del balance de blanco
Es fundamental comprender este proceso antes de empezar, especialmente en este tipo de fotografías ya que el color de los alimentos puede verse realmente afectado si no utilizamos la temperatura correcta. Se llama balance de blanco porque se asegura que los blancos se vean puramente blancos y esto permite, por consecuente, que el resto de los colores sean fieles a su naturaleza, respetando su tonalidad.
Sabemos que las diferentes luces poseen distintas temperaturas y es necesario equilibrarlas, sobre todo si están combinadas luces naturales, con interiores.
Tenemos algunos programas que vienen por default en la cámara y otros manuales: auto, luz día, sombra, nublado, flash, tungsteno y fluorescente, además de personalizado. Es aconsejable, si no tenemos mucha idea de cómo balancear las temperaturas de las luces, dejarlo en automático y luego, retocarla mínimamente durante el proceso de post-producción. Las cámaras hacen un trabajo bastante decente cuando usamos esta opción.
Si queremos realizar un balance personalizado, recordemos que debemos tener una hoja de papel bien blanca, orientada hacia la iluminación que vamos a utilizar, y la mezcla de temperaturas que se sucedan deben proyectarse sobre ella, para tomar la fotografía correctamente y que el balance sea el adecuado. También podemos utilizar una tarjeta color gris medio, pero es más específica y difícil de conseguir, no todas tenemos en nuestros hogares.
El triángulo de exposición
Dependiendo del tipo de imagen que se pretenda lograr, una de las elecciones que podemos hacer es usar un lente gran angular (por ejemplo, un 70-200mm), para tener mayor desenfoque en la imagen general, eligiendo un punto de enfoque en uno de los tercios fuertes de la fotografía.
Esto también va a depender de la apertura de diafragma que utilicemos, recuerden que, cuanto más abierto esté, mayor control tendremos sobre la profundidad de campo: mayor será el desenfoque y menor el espacio enfocado.
Así como utilizar elementos que no sean propiamente parte de la receta pero que ayuden a agregar color, textura y armonía a la imagen que estamos creando.
Si queremos crear sensación de movimiento, por ejemplo, condimentando un plato con algún elemento que caiga sobre él y queremos observarlo, necesitaremos, además, usar una velocidad de exposición lenta, es decir, dejar ingresar mayor cantidad de tiempo luz a la cámara, a través del diafragma. En este caso, es muy probable que necesitemos de un trípode para no agregarle movimientos adicionales e indeseados al resultado final; esto va a depender directamente de cuanta estabilidad y pulso tenga el fotógrafo y de la distancia focal elegida para tomar la fotografía ya que cuanto mayor sea el lente, más movimiento tendrá naturalmente.
En cambio, si queremos que la fotografía quede congelada, usaremos una velocidad rápida, que deje ingresar luz poco tiempo.
Una buena regla de oro para evitar el movimiento indeseado, que no siempre puede ser aplicada ya que depende directamente del tipo de fotografía que queramos realizar, es tratar de utilizar la misma velocidad de obturación que distancia focal que elegimos.
Por último, seleccionamos el ISO, es decir, la sensibilidad que tendrá el sensor de la cámara respecto a la luz. Cuanto más chico es el número, menos sensible será y viceversa. El problema con los números muy elevados de ISO es que dejan entrar mucho ruido a la imagen, que se verá como un granulado en el resultado final.
Esto también depende del uso que se le quiera dar a la fotografía, ya sea para web, que al tener menos resolución puede dejar ingresar un porcentaje mayor de ruido que aquellas de alta calidad utilizadas para publicidad o impresiones.
Habiendo repasado lo básico, podemos meternos en el mundo de la edición…
Proceso de edición básico
Consideramos que cuanto más limpias y naturales se vean las fotos, dando esa sensación de que no fueron editadas, mejores serán los resultados.
No hay una única forma de editar ni solo una de ellas es correcta. Pero estas son algunas técnicas que se pueden utilizar en cualquier tipo de fotografía gastronómica como para empezar, después cada uno debe encontrar su propio estilo.
Es importante, antes de comenzar a trabajar, entender que hay algunos elementos que hacen este proceso más fácil: como la calibración del monitor y la elección del software con el que editaremos.
Si el plan es que las fotos que tomamos sean vistas en Internet, a través de alguna computadora, es esencial calibrar el monitor con los colores adecuados. Cuando calibramos el monitor, lo que hacemos es hacer que la pantalla se vea lo más balanceada posible. Esto permitirá que la gente que vea la imagen a través de monitores bien calibrados, vean la fotografía con los colores y brillo idénticos al utilizado en la edición. Aunque, si los monitores de los espectadores no están correctamente configurados, posiblemente no vean la imagen tal cual pretendemos que lo hagan.
La mejor forma de evitar esto, es utilizar un dispositivo de calibración: un hardware que adosamos a la computadora y corremos un software que hace todos los ajustes por nosotros. También hay algunos programas que podemos descargar de Internet y nos ayudan a mejorar la calibración, un poco más rápido, fácil y barato.
Para lograr los mejores resultados en fotografía es necesario invertir en algunas cuestiones como buenos equipos con los que trabajar y complementos de este estilo. Pero no se preocupen. Pueden empezar sin ellos e ir mejorando en el proceso.
Respecto al software de edición, vamos a procesar las imágenes que tomamos con un clásico: Photoshop.
No lo reiteramos anteriormente, pero es importante que tomen las fotografías en la mejor calidad permitida por la cámara, es decir, en formato RAW.
Las ventajas de trabajar con este tipo de archivo es la flexibilidad que tenemos a la hora de editar. Podremos hacer un procesamiento más puntual, una edición no destructiva, evitando dañar los píxeles de la imagen. Pudiendo corregir la temperatura color, la exposición, la iluminación de relleno, contraste, brillo, entre otras, manteniendo la calidad de la imagen.
Vamos a comenzar ajustando el balance de blancos. Si bien, a la hora de tomar la fotografía ya lo elegimos, es probable que, al ver la imagen en el monitor, queramos hacerle algunos pequeñas correcciones adicionales.
Este ajuste lo encontraremos en el menú de ajustes básicos. Aquí podremos elegir entre los mismos balances que trae la cámara o modificarlo manualmente a través de la barra deslizadora. Nos permitirá cambiar tanto el matiz como la temperatura color. Siempre es preferible usar como punto de partida un balance automático y desde ahí adaptarlo a nuestro antojo.
En la misma ventana de RAW, arriba a la derecha, tenemos la previsualización, la cual debe estar tildada, para poder ir chequeando las correcciones que vamos haciendo.
Antes de continuar con una edición más exhaustiva, es importante chequear las advertencias del histograma, para ver las áreas donde la imagen se encuentre al límite de la sobre o subexposición, es decir, aquellas zonas donde los blancos sean demasiado blanco y los negros demasiado oscuros. Esto se mostrará tiñéndose de rojo sobre la vista previa de la imagen.
Todos los ajustes que encontraremos en la pestaña básica, son los más tedioso y los que mayor tiempo llevan.
Recuerden que el tono de cada imagen, sus niveles y ajustes serán diferentes para cada una de ellas.
Es importante evitar usar la opción AUTO que aparece justo debajo de la temperatura color y el tinte de la imagen porque tiende a subexponer la imagen, es preferible realizar un proceso manual que nos permita controlar todos y cada uno de los ajustes.
La primera opción que encontramos debajo de esto es la exposición, con la cual podemos darle más o menos luz, por si no expusimos correctamente en el momento de la captura de la imagen o si queremos ajustarla un poco más ahora que vemos la toma final y no estamos del todo conformes. Debemos entender que cada número entero de este deslizador corresponde a un punto de diafragma.
Luego encontramos la recuperación, una herramienta muy útil para, como su nombre lo indica, recuperar pequeñas áreas de la imagen que se hayan sobreexpuesto. Quizás la exposición que elegimos es casi perfecta si no fuese por estos pequeños detalles que podremos corregir en este paso. Ojo, intenten no llevarla al extremo, esto podría hacer aparecer en la imagen píxeles extraños y poco definidos.
La luz de relleno nos ayuda a agregar una luz suave a las zonas más oscuras de la imagen. Es un proceso similar a agregar una luz de relleno en la producción fotográfica, como un reflector o una pantalla reflectora (5 en 1).
Los negros intensifican los negros ya existentes en la imagen y ayudan a agregar contraste, al igual que el contraste. Este último y los brillos ayudan a controlar los tonos de la imagen.
La herramienta claridad agrega contraste en los bordes de la imagen, añadiéndole textura y dando una mayor sensación de enfoque.
La intensidad nos ayuda a hacer que nuestros colores sean más atractivos, pero sin intensificarlos, esto lo hace la saturación, remarcando de manera más exagerada los colores. No debemos abusar de ninguna de estas dos herramientas si queremos que nuestra imagen luzca llamativa pero natural.
Cambiando ahora de panel, tenemos los ajustes del pincel (K), en la barra que aparece sobre la previsualización de la imagen. Esta herramienta es extremadamente útil ya que permite corregir áreas específicas de la imagen, es una edición localizada. A nuestra derecha encontramos las características del mismo. Podemos elegir exposición, brillo, contraste, saturación, claridad, enfoque y color, tamaño, flujo y densidad del pincel y pintar sobre el área específica de la imagen a modificar. Si seleccionamos la opción de máscara automática, nos permite que estos ajustes se mantengan independientemente del área que estemos pintando.
Hacemos un paréntesis importante. Si vemos que no estamos conformes con el resultado que venimos obteniendo en el proceso, siempre podemos utilizar el botón resetear para empezar nuevamente de cero la edición y volver a intentarlo.
Sigamos…
Una vez tenemos editada la base de nuestra primera fotografía, podemos utilizar la opción seleccionar todas, si estamos trabajando con más de un archivo a la vez, luego le damos al botón sincronizar, nos despliega un menú para que elijamos qué ajustes queremos se copien en el resto de las imágenes y aceptamos. Ahora todas nuestros RAW tienen aplicados los mismos cambios. Podemos usarlos como base y volver a corregirlos pero sin tener que hacerlo desde cero en caso de que sea una misma sesión y la iluminación sea similar y el tipo de imágenes también.
Si ya terminamos la edición sobre RAW, tenemos que abrir la imagen en Photoshop, para esto seleccionamos la opción abrir imagen, si solo queremos guardar los cambios y salir, elegimos hecho/aceptar.
Si queremos cambiar las opciones de la mesa de trabajo, debemos clickear en el enlace azul que aparece debajo de la imagen. Esto nos permitirá setear el color de espacio de trabajo, tamaño de imagen, resolución para luego abrirla en Photoshop con estas características.
El espacio nos dice en qué colores editaremos. Lo más recomendable es utilizar AdobeRGB, un espacio de color más largo. Mientras que sRGB es el mejor color para web.
La profundidad describe el número de colores que tiene una imagen. Las fotografías digitales contienen millones de colores, la mayoría no podemos verlos. Para editar, cuanto más color tengamos, más calidad tendrá la imagen. 16 bits tiene mayor profundidad de color pero podemos utilizar 8 bits para este tipo de fotografías. Esto permite que los archivos finales no sean tan pesados.
El tamaño es la dimensión en píxeles de la imagen. Por default deberíamos usar la resolución nativa de la cámara con la que hayamos tomado la fotografía para evitar perder calidad de imagen. Esto es preferible dejarlo seteado como está.
La resolución nos muestra los píxeles por centímetro que hay en la fotografía, esto es lo más importante a la hora de imprimir la imagen. Por default viene seteado en 240dpi. Tampoco es necesario cambiarlo ya que, en caso de necesitar disminuirlo, podemos hacerlo una vez terminada la edición en Photoshop.
La opción enfocar para, permite aplicar más enfoque a la imagen, lo cual no es necesario porque es mejor trabajarlo de manera manual luego.
Y, por último, si seleccionamos la opción objeto inteligente nos permitirá volver a editar luego este archivo como RAW.
Una vez dentro de Photoshop, uno de los conceptos básicos para trabajar una fotografía de manera correcta, es la utilización de capas, para continuar con la edición no destructiva que nos permitió empezar a realizar el archivo RAW. Esto hace más fácil poder volver al paso anterior y hacer cambios sin afectar la imagen original, si nos equivocamos o no nos gusta cómo estamos editando, no necesitamos volver al archivo base, podemos corregirlo sobre el que estamos trabajando actualmente.
Otra herramienta que vamos a utilizar con frecuencia, son las capas máscara. Trabajamos con negros y blanco sobre ella. Los negros ocultan y los blancos revelan, esto lo veremos en la ventana capas. Podemos crearlas desde el menú o desde el pie de la ventana capas.
Cuanta teoría… Ahora sí, vamos a empezar con los ajustes puntuales.
Vamos a agregar una capa de ajustes de niveles. Para esto vamos a utilizar el panel de “ajustes” (imagen>ajustes) esto permitirá continuar trabajando la imagen de manera no destructiva.
Creamos una nueva capa de ajuste de niveles (blending mode) con el segundo botón/opción del panel, aparecerá una nueva capa sobre la fotografía original que funcionará como imagen de fondo. Vamos a presionar el menú desplegable para clickear en la opción “visión expandida” para tener más control sobre la edición. Allí podremos controlar los brillos, intensificar los negros, oscurecer las sombras o agregar luz de relleno.
Si cambiamos el modo de fusión de la capa (menú desplegable sobre las capas, al lado de la opacidad y relleno) a luminosidad, estos cambios realizados sólo afectaran el brillo y contraste de la imagen, dejando los colores de lado. Si queremos que también afecte a los colores, debemos poner el modo de fusión en color, repitiendo la creación de una nueva capa previamente. Allí podemos seleccionar si vamos a modificar todos los colores (RGB) o solo uno de ellos (rojo, azul o verde) cambiando el canal a utilizar. Si, una vez terminamos esta edición, no estamos conformes con el resultado, siempre debajo tendremos una flecha para restaurar los valores reales de la imagen inicial.
Ahora es momento de volver a chequear si hay zonas de la imagen que estén al límite de la sobre o subexposición. Para esto, vamos a agregar una capa de color uniforme (solid color) clickeando en ‘Crear nueva capa de relleno o ajuste’. Esta capa debe estar por sobre todas las capas existentes hasta el momento. Luego seleccionamos un color brillante para el recorte y aceptamos.
Luego clickeamos con el botón derecho y seleccionamos nuevamente las opciones de fusión. En la barra que aparece debajo de todo en la pantalla principal, invertimos los negros y los blancos con los sliders y aceptamos. Esto nos permitirá ver los extremos que existen en nuestra fotografía. Podemos ocultarla con el ojo que aparece a su lado izquierdo cuando no la precisemos.
Usemos esto que acabamos de aprender para editar una imagen real.
Empezamos agregándole una capa de ajuste de niveles. Siempre que movamos los niveles debemos centrarnos en el objeto principal de atención, en este caso será el plato de comida que tengamos en la imagen, debemos ignorar las áreas sobreexpuestas del fondo, volveremos a ellas después.
Al agregar una capa de color uniforme, volveremos a ver dónde se localizan estas zonas. La dejamos oculta momentáneamente.
Volvemos a la capa de ajuste de niveles, clickeamos con el botón derecho y vamos a las opciones de fusión, o podemos seleccionarlo desde el pequeño menú debajo de esta ventana, en el icono FX. En las opciones generales, debajo de todo, volvemos a encontrar la opción ‘mezclar si’. En la capa subyacente vamos a corregir la exposición de los blancos de la imagen. Si movemos el control de blancos hacia la izquierda le decimos a la capa que revele la capa que está por debajo (la capa del fondo), en aquellas partes donde la capa actual (la de niveles) sea puramente blanca, escondiendo la sobreexposición. Esto mostrará, en primera instancia, una transición ‘dura’ entre los blancos de ambas capas. Tendremos que suavizarla. Para ello, volvemos a seleccionar el slide que acabamos de mover clickeando en simultaneo la tecla ALT y volvemos a deslizarla hacia el extremo derecho, quedará dividida en dos. Esto eliminará la mayor parte de la sobreexposición y suavizará un poco los bordes. Si volvemos a activar la capa de color uniforme, veremos que las áreas quemadas hay disminuido gradualmente.
Continuaremos mejorando los colores de la imagen. Uno de los trucos que nos gusta utilizar es hacer explotar (que sea el más llamativo) un color sutilmente. Primero vamos a duplicar la capa ‘fondo’ (Ctrl+J). Ahora vamos al menú>filtros>desenfocar>desenfoque Gaussiano y le agregamos un buen grado de desenfoque (aprox 50px de radio). En el panel de las capas, elegimos el modo de fusión ‘superponer’ (overlay). Esto hará que la fotografía, inmediatamente, se vea más saturada. Para reducir este efecto, bajaremos la opacidad entre 20-30%.
Algunas secciones de la imagen, posiblemente necesiten un poco de sobre o subexposición. Podemos encontrar una herramienta dedicada exclusivamente a esto en la paleta de herramientas de la izquierda o a través del acceso rápido del teclado al pulsar la letra ‘O’. Esto si hará una edición destructiva en los píxeles de nuestra imagen, por lo que hay que tener cuidado, si nos equivocamos, no habrá retorno. Podemos empezar trabajando sobre una nueva capa para evitarnos este problema. Al crear la capa, vamos a elegir que su color de relleno sea gris y setearemos la opacidad al 50%. Vamos a cambiar la fusión a overlay. En la miniatura de las capas parecerá que no desaparece el color, pero sobre la imagen real no se verá dado que está más transparente que la capa debajo de ella.
Ahora vamos a seleccionar la herramienta ‘pincel’ (brush tool) de la paleta de herramientas. Pondremos la opacidad en 20%, sobre la barra superior de la imagen, y pintaremos sobre la imagen ya sea con blanco para aclarar la imagen o con negro para oscurecerla.
Es momento de corregir algunas imperfecciones que pueda tener la imagen utilizando la herramienta ‘clonar’ (clone stamp tool). Haremos zoom sobre la fotografía hasta que lo tengamos al 100%. Scrollearemos por la imagen manteniendo apretada la barra espaciadora, moviendo la fotografía con la herramienta ‘mano’. Cuando encontremos la imperfección, crearemos una nueva capa. Sí, todo son capas nuevas, el objetivo es mantener la foto original lo más pura y cuidada de los errores posible. Apretamos el acceso rápido ‘S’ para abrir la herramienta y, en el menú de arriba, seleccionaremos muestra>actual e inferior para clonar el fondo sobre la nueva capa.
Desplegamos el menú donde podemos seleccionar el tamaño de nuestro pincel y nos aseguramos que la dureza esté en cero. Lo que hará que la transición sea más suave. Mantenemos apretada la tecla ALT para copiar la sección de la imagen que luego queramos clonar y nos arrastramos con el mouse al lugar donde pretendemos repetirla y pintamos suavemente la zona que queremos modificar. De esta manera, la imperfección se verá cubierta.
Ya solo nos quedan unos últimos retoques por hacer. Es el momento de corregir sutilmente el enfoque de la fotografía. No usaremos los filtros que viene incorporados en Photoshop, sino que haremos una edición no destructiva, como venimos haciendo hasta ahora.
Volvemos a duplicar la capa del fondo, vamos al menú>filtros>otros>paso alto y se nos abrirá una nueva ventana. Tenemos que setear el radio para que los bordes de los objetos de nuestra imagen se vean más pronunciados. Usaremos aproximadamente 5px para comenzar. Después será cuestión de ir probando de acuerdo a la fotografía y su tamaño en píxeles, cuanto más grande sea, ajustes más grandes necesitará. Una vez estemos conformes con el resultado, daremos en aceptar.
Volveremos al modo de fusión de las capas y seleccionaremos el modo superponer y bajaremos su opacidad al 30%. Lo que hará el modo será ocultar el color gris de la imagen y hará que los bordes se vean más contrastados, por lo tanto, parecerá, a la vista, que están más enfocados.
Finalmente usaremos una máscara sobre esta última capa, para que solo el punto de enfoque real de nuestra fotografía tenga este refuerzo, es decir, donde enfocamos durante la captura con el lente real. Usando el pincel (B) pintaremos con blanco las áreas de la imagen que están mayormente en foco. La opacidad del pincel debe estar en 100% y la dureza en 0% en la barra de opciones, como mencionamos anteriormente. Aparecerá una mancha blanca sobre la capa máscara y, dentro de esas áreas particulares, ahora estará enfocada.
Ya está todo listo, nuestra primera edición está terminada. Solo nos queda guardar la imagen final en JPG y podremos compartirla con el mundo.
Si queremos tener la posibilidad de luego volver a editarla, podemos guardarla en formato Photoshop con capas (PSD) y ya no nos interesa continuar trabajando sobre ella, usaremos un archivo JPG. En este último no debemos olvidar tener tildada la opción que nos permite mantener el perfil de colores utilizado (Adobe RGB).
Si queremos exportarla para web, podemos optar guardarla para web. Se abrirá una nueva ventana con varias opciones donde tendremos que elegir, principalmente, JPG de calidad máxima (100%) y asegurarnos que se convierta a sRGB, debe estar seleccionada este casillero. Recuerden que es recomendado que este en 72dpi.
Esperamos haberles sido de ayuda. Fue una nota larga, es cierto, pero creemos valió cada párrafo.
Como mencionamos al principio de esta nota, es un rubro muy amplio y es muy personal la forma y pasos a seguir durante el proceso de edición, pero esperamos hayan aprendido nuevos conceptos, técnicas y los puedan aplicar en sus trabajos.
Este fue un pequeño granito de arena del Team Avanti! hacia ustedes. Y si les gustó la nota, no se olviden de suscribirse a los Amigos de Avanti! para estar al día con todas las novedades, notas del blog, promociones, descuentos ¡y más!
Escrito por Camm
Libro: ‘Food Photography: From Snapshots to Great Shots’ de Nicole S. Young
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