Leni Riefenstahl: La directora de Hitler
Leni Riefenstahl: Cineasta oficial del régimen nazi
Fue una de las mejores cineastas del siglo XX. Aunque su vinculación al régimen nazi la convirtió en un personaje controvertido: admirado y odiado al mismo tiempo.
A lo largo de su longeva vida, más de 100 años, esta alemana demostró tener una voluntad de hierro luchando por su pasión y defendiéndose de múltiples calumnias.
Helene Bertha Amalie Riefenstahl nació el 22 de agosto de 1902 en Berlín. Alfred, su padre, fue un hombre de negocios mientras que Bertha Scherlach, su madre, fue quién apoyó las iniciativas culturales de su hija desde muy pequeña, aún cuando su padre se oponía a ellas.
A los 17 años, Leni se presentó a un casting con el fin de actuar como extra en una película musical y fue elegida. La joven se entusiasmó tanto con las escenas de baile que tenía que representar que, inmediatamente, comenzó a estudiar danza. Hizo progresos tan rápidos que, muy pronto, se convirtió en una profesional del ambiente.
Desde el comienzo de su carrera tuvo mucho éxito. Era una mujer muy hermosa por lo que, inmediatamente, consiguió muchos admiradores. A esa altura de su vida, Leni consideraba que era antinatural no haber tenido relaciones con un hombre. Es por eso, que entre todos los señores que la perseguían, eligió a Otto Froitzheim para que la iniciara en la vida sexual. Él era vicepresidente de la policía de Berlín y tenía dieciocho años más que ella. Con la excusa de tomar el té la invitó a su casa. Puso un tango en el gramófono, la tomó en sus brazos y los dos se entregaron al baile porteño.
Riefenstahl era una amante del cine. En los años 20 quedó deslumbrada con “Monte del destino”, de Arnold Franck, por lo que le escribió para expresarle su admiración. Él le contestó, con interés en conocerla y terminó enamorándose de ella; lo que hizo que la convirtiera en la protagonista de “El monte sagrado”. Después de ese primer éxito, Leni fue encasillada como actriz de películas de nieve. Filmó “El gran salto”, “Prisioneros en la montaña” y escribió un guión, “La luz azul”, que deseaba dirigir.
A comienzos de los años 30, conoció al hombre que cambiaría su vida para siempre. Asistió a un mitin nacionalsocialista y quedó fascinada con la personalidad de Hitler, a pesar de que rechazaba las ideas racistas del Führer. Le escribió una carta en la que le manifestaba su deseo de conocerlo en privado.
Hitler respondió su petición rápidamente y la citó el mismo día que debía partir a filmar su próxima película pero Leni acudió al encuentro igualmente. Él le confesó que era la actriz que más admiraba. Ella le habló de la película que quería dirigir. Entonces Hitler le aseguró que, cuando llegara al poder, le encargaría la dirección de la cinematografía alemana. Después esbozó un acercamiento más íntimo y Leni, con una prudencia comprensible, lo rechazó de la manera más sutil.
Después de ese primer encuentro, Hitler la invitó a numerosas reuniones más. En una de ellas conoció a Goebbels, futuro ministro de la Propaganda. Este quedó deslumbrado por ella y sus encantos, y comenzó a asediarla. Llegó a presentarse de improviso en la casa de Leni para intentar seducirla. Pero ella debió rechazarlo y terminó por ganarse un enemigo temible.
Cuando, en 1933, Hitler fue nombrado canciller del Reich, le encargó a Riefensthal que filmara un documental sobre el Congreso del Partido Nazi de ese año. Al principio, ella se excusó, pero el Führer le hizo comprender que ese pedido era en realidad una orden y que no podía negarse. Goebbels, despechado, creó todos los obstáculos posibles para que Leni no pudiera satisfacer a Hitler, pero ignoraba que Riefenstahl era una máquina imparable cuando se trataba de realizar un trabajo. Hitler quedó tan complacido con el film le encargó otro documental sobre el movimiento nazi.
“El triunfo de la voluntad”, la película que filmó en 1934, es uno de los documentales políticos mejor filmados de la cinematografía. Pero no puede ignorarse que se trata de un instrumento de propaganda irritante. Nadie que haya visto el comienzo del film puede engañarse sobre las intenciones del mismo. El avión de Hitler vuela sobre Nuremberg, donde se desarrollará el Congreso del Partido. Las nubes rodean el aparato y se van abriendo a medida que el Führer, simbolizando un dios, desciende a la Tierra. La ciudad, a sus pies, lo espera rendida.
El tercer documental fue “Olympia. Los dioses del estadio”, en el que la directora debía registrar las Olimpíadas de Múnich de 1936. Es la obra más acabada de Leni, un clásico de la cinematografía.
Ese film contiene escenas de una belleza arrebatadora, hipnótica, pero el tono retórico, neoclásico, remite a una estética y a una ideología profundamente reaccionarias. Para filmar las competencias, Riefenstahl debió levantar torres, cavar zanjas, instalar cámaras en globos. Dicho filme le valió a Riefenstahl, premios, consideración internacional, la admiración de cineastas como Chaplin, Federico Fellini, Francis Ford Coppola y Vittorio de Sica, entre otros, pero también fue el epitafio de su carrera en la pantalla.
Después de la guerra, la mayor acusación contra Riefenstahl eran los documentales que había filmado para Hitler. Pero eran también su mejor defensa. ¿Se trataba de arte o de propaganda? Leni fue acusada de colaborar con el régimen nazi, fue encarcelada, interrogada y aunque, finalmente quedó en libertad, acabó arruinada económicamente. Le quitaron las copias de sus películas e incautaron sus bienes. Además, su credibilidad perdió fuerza.
Para sobrevivir, Riefenstahl tuvo que convertirse en fotógrafa. Llegó a publicar un libro de imágenes deslumbrantes sobre los nubas, una tribu africana que no había sido contaminada por la civilización occidental. El cuál fue un éxito y, en pocos años, los nubas, famosos gracias a la artista, se acostumbraron a posar para los fotógrafos aficionados por pocos centavos. Riefenstahl, después de haberlos adorado, decepcionada, se consagró a filmar, con el mismo talento de siempre, las profundidades del mar. Y, nuevamente, produjo imágenes cautivantes.
Con 80 años escribió sus extensas memorias en las que plasmó una larga vida de emociones y decepciones. Su vida se convirtió en un bestseller mundial. Es el retrato de una mujer dispuesta a todo y capaz de usar su talento y belleza para obtener lo que quería, realizando obras que, a pesar de su contenido propagandístico, quedaron en la historia del cine e influenciaron a directores de la talla de Steven Spielberg y George Lucas.
Leni vivió hasta los 101 años, falleciendo en 2003. En sus últimos momentos tuvo que seguir oyendo opiniones en su contra, recordando su controvertido papel en la propaganda nazi. Leni defendió toda su vida; la que había dedicado a hacer lo que más amaba, a su profesión de artista y sostuvo que, sin problemas, hubiera filmado los misterios del partido comunista si este se lo hubiera pedido.
Aun así, siempre se mantendrá una sombra de duda sobre esta gran mujer a quien la personalidad de Hitler un día fascinó e hizo arte de uno de los momentos más trágicos de la historia de la humanidad.
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Escrito por Camm
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